Madrid - Santiago, Spain
REVISTA LECTURAS

domingo, 29 de noviembre de 2009

EL QUE GANA PIERDE Y VICEVERSA, por Erick Pohlhammer



"El hombre es la corona de la creación”
Poeta y maestro zen Prem Rawat

Cuenta Charles Darwin que el Cro Magnon mataba a palos a cualquier otro homínido superior (o inferior) que osara invadir su espacio. Una vez vi una foto del tenista internacional Fernando González en portada de diario, y se los juro : era ver a un australopitecus gruñidor alzando un garrote tras haber apaleado al enemigo, onda "se acabó la amenaza para mi y los míos, por fin, al menos hasta mañana jueves".

Ante todo, y más allá, de todo tic nervioso, qué lujo este de estar vivos. Los muertos no van al cine (salvo que el nicho sea otra cineteca), los cadáveres, por exquisitos que sean, con todo su surrealismo en descomposición a todo vapor evaporándose, no tienen ganas de jugar golf, ir a los toros, o torear al destino de un sábado tedioso, y tomar la decisión cotidiana -qué odisea diría James Joyce- de ir a court de tenis a ver, suponed vosotros, una final de un ATP, no entre dos seres humanos, sino entre dos gorilas, dos gorilas que, detrás de cada gesto técnico, de cada top spin, de cada slice sutil, ligero en afluencia , de cada paso agresivo a la red, pese a que juega ¿juega? con un palo, harto grueso, sólo desea agarrar a garrotazo limpio al gorila opuesto, verter en cada palo-tazo todo un mes de ira yoica, expectativas frustradas, riñas con su pareja (que ya no es paraje) dentro de la caverna; en fin...contrariedades.


Cuenta Charles Darwin que el hombre de Cro Magnon mataba a palos a cualquier otro homínido superior (o inferior) que osara invadir su espacio cavernícola. Para él la caverna era tan tierra santa como es un apartamento, un bungalow, una casa grande y lujosa, y hasta un lóbrego cuchitril bohemio para cada uno de nosotros, socialistas aburguesados, independientes con tres dientes de oro, comunistas adictos al Red Bank, agnósticos unamunianos apernados a la caverna del mundo académico, etc, a propósito, que memorable Unamuno cuando escribe "Oye mi ruego tú Dios que no existes/ y en tu nada acoge mis quejas" Entre nosotros, a la Generación del 98 española no le gustaba el tenis. Azorín opinaba que el tenis "una guerra sico-muscular innecesaria". Pio Baroja: Marea eso de zigzaguear tanto la cabeza siguiendo con la mirada una ilusa pelotita"


Una vez fui con una musa de la mano al tenis. Salió convertida en musa masa. Tanto se identificó una jugadora portuguesa que escupió, a la salida, a uno de los cantadores de pelotas, por cantar, según ella, mal una doble falta. "El punto de vista crea el objeto", le dije, citando a Saussure, "uno ve lo que desea ver" "la emoción fanática se adueña de la retina". Cállate, me dijo. Tú y tus clases de Biología Cognitiva; sucede que Paola era lésbica, también, y se había enamorado de la bellísima tenista portuguesa. Pensé en el Tao Te King: "El sabio no discute". Pero y bueno, ¿qué es el tenis en definitiva?


El tenis es la estilización del instinto de agresión sublimado en un geométrico y ordenado escenario de aspecto deportivo. El tenis es la simbolización de un muy viejo conflicto que arrastramos las personas desde los tiempos de los primeros dinosaurios y los homídos primeros: la territorialidad. La pelotita es el símbolo invasor; apenas ella da bote en mi parcela (ojalá la aleje en el aire) (de volea) debo rechazarla, a cómo dé lugar, con toda mi fuerza, mi pica, mi furia, mi odio, mi inteligencia, mi afluencia, mi sicomotricidad fina, mi destreza intuitiva, mi rapidez neuro sináptica bio angélica.


Las boca del winner, en el punto -crítico- ganado- recuerda el gruñido que ruge de egótico alivio al destrozar el cráneo de quien osó entrar a su caverna, sin permiso, para copuchar con su esposa sobre esto y lo otro; es celoso, por ende el tenis; con qué celo cuida el tenista su pequeña cavernita, de cuatro piezas, escindida de la del vecino, a modo de casa pareada, por el muro red fronterizo. Una vez vi una foto del tenista internacional Fernando González, en portada de diario, y se los juro : era ver a un australopitecus gruñidor alzando un garrote tras haber apaleado al enemigo, onda "se acabó la amenaza para mi y los míos, por fin, al menos hasta mañana jueves"


Desde entonces veo mucho menos tenis. Igual, cuando juega el suizo Federer, que es una lección de elegancia, serenidad, estilo, poesía, empatía con el opuesto complementario (no se ve al suizo celebrando un error del otro por ejemplo) (nunca tan primitivo), al internacional español Nadal, o repaso los videos del ingenioso Joe McEnroe o el dandi vestido de blanco de Marcelo Chino Ríos, entre otros príncipes de este hermoso deporte bélico estilizado, el acordeón de los pulmones se pone a tocar solito la música más dichosa, recupero el asombro por las raquetas, se me devuelve, como un boomerang, a al mano del corazón, la fe en los juegos deportivos, incluidos el rugby y hasta el fútbol, y poniéndome de pie, como el primer homo erectus del mágico planeta Tierra mientras rumio un mantram o rumio un costillar de cerdo rokhiano y archijugoso, rumio a la par con la dentadura del yo esencial esas dos frase tan evolucionista de Teilhard de Chardin que aparecen en El Fenómeno Humano y el Aparecimiento del Hombre "El hombre es el eje y la flecha de evolución" "El Hombre evoluciona del Mono al Ángel" (un ángel que entra a los bares a tomarse una cerveza en todo caso) no en vano ese gran deportista de la pluma de fue el mismísimo Miguel de Unamuno cantó un día esto "Yo quiere al cielo con todo y con zapatos" y todos sabemos que "los ángeles claman por sus cuerpos".

¿Vamos a jugar tenis, entonces, este domingo, Teihlard de Chardin?" Juguemos dobles. Usted hace dupla con Antonio Machado, yo con el poeta Zanetti. Pongámonos zen: el que gana pierde y viceversa. Qué más premio queremos que la maravilla de estar maravillándonos de estar vivos, todavía, bajo la apariencia del hermoso hermano sol.

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