Fragmentos de Poco me importa
(Santiago de Chile, autoedición, 2009)
GLOBO
La palabra globo
no vuela ni se revienta.
La palabra globo
no tiene forma de globo,
excepto por esas dos “o” que son
como globos con cintillo.
Uno no necesita inflar la palabra globo
para darle sentido a su existencia.
Uno sólo dice globo
y aparecen todos los globos de la vida
ya perdidos.
No sé cómo se llaman
los árboles de esta plaza,
nadie nos ha presentado.
Tampoco sé el nombre
de esos hombres
que conversan al frente.
Mi propio nombre se diluye
cuando le hago cariño al quiltro
que nadie ha bautizado.
LA CASA A SOLAS
Paso mis dedos
por los lugares donde se posó tu cuerpo
y vuelvo a tocarte,
.............levemente,
cuando recorro la casa a solas.
Desde las cosas inertes
regresas
y siento de nuevo tu calor,
un instante.
Con violín, banjo y clarinete la esperábamos
así la esperábamos los amigos
pero ella había muerto hace 19 años
sólo el forastero lo ignoraba
y esperaba verla llegar
pero ella nunca volvió, oh, de aquel viaje
hace ya tantos años –casi veinte desde que partió-
había que esperarla, de todos modos
había que preparar su feliz retorno
-en la misma fecha anunciada-
a esta tierra ya sin oro,
para que el amor no enloqueciera
para que no cayera en la fosa
de los que ni al polvo se aferran
sí, es mejor pensar así,
que esto es una Odisea;
seguir tejiendo y deshaciendo el tejido
de los recuerdos inventados en la espera.
¿Para qué la verdad de huesos deshechos,
diseminados por la arena?
Es mejor mirar su foto y celebrar
en la casa arreglada por sus manos
y esperarla para siempre
sin que su llegada arruine nuestra fiesta.
pero morder el libro no es tan descabellado:
después de la canción que me gusta apago la radio
y camino hasta que me canso.
¿Qué otra cosa puedo hacer?
Si lo demás se bifurca y los gritos
son el abismo que nos une.
No hay quien esté libre de la miseria
ni de la prosa de los días;
los lobos de los libros no muerden
porque la palabra lobo tiene gastados ya los colmillos.
¿Lees mis labios?
El litio viene de las estrellas
pero lo tenemos demasiado adentro
y la luz que proyectamos
suele ser de otro tiempo.
Es verdad: todo termina amarillo en la vereda.
Doméstico el lenguaje, hemos de aguardar nuevas bestias.
¿Toda luz demora lo mismo en llegar?
Cuánto tarda en decaer lo que creció a tus espaldas
hasta que cae:
la débil rama donde crecen los pájaros
que se alimentan de tus ojos.
Un millón de sombras que aprenden a volar
hasta que pierden sus cuerpos
y adquieren volumen propio.
“Las sombras son más reales que los lobos”, dices
“porque cada una ha olvidado su nombre
y ninguna responde si le dices sombra”.
Tartamudear es un comienzo.
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