La afanada reflexión comprometida
Desilusionante es la impresión que deja Thomas Hirschhorn con The Subjecters, expuesta actualmente en La Casa encendida.
Desilusionante es la impresión que deja Thomas Hirschhorn con The Subjecters, expuesta actualmente en La Casa encendida.
Con el paso del tiempo y la implantación abundante de espacios para exponer el arte actual, el ojo del observador se ha hecho más agudo, crítico e interpretativo.
Exposiciones como The Subjecters, desconocen esta afirmación, puesto que nos encontramos ante una obra excesivamente literal, que impone y limita al observador a interpretar vísceras, amputaciones y figuras representativas de lo humano en carne, en cuerpo, a través de palabras como paz y esperanza, ofrecidas desde un lenguaje artístico que huele a moral y crítica del mundo actual demasiado obvia a este punto de la historia, elementos sobredichos, imágenes que se codean con añejas marchas pacifistas hippies y burdas películas del cine gore.
La pornografía, el consumo, el trabajo alienante, la moda, los abusos de la guerra, la urgencia por salir de estos abismos temáticos y tratarlos en el arte no es un desmérito.
El problema reside en la ingenuidad brutal con que intenta sorprender mediante el horror de imágenes que no articulan ninguna pregunta. Un hiperrealismo maqueteado donde Hirschhorn, muy comprometido, nos dice: yo pienso todo esto, yo opino sobre todo esto, esto es y aquí acaba.
Después de tal manifiesto y declaración de principios, se acaba la conversación con el artista, no hay dialogo posible, somos superados, educados por él.
Quisiéramos tal vez una ironía, como en los primeros experimentos cinematográficos de Peter Jackson, donde los mutantes amputados comen, fornican y se hacen la guerra. Pero no, es una obra sin trampas, adolorida en lo fácil. En estos tiempos, cuando los medios de comunicación y las imágenes suelen ser cada vez más crudas respecto a la realidad, no intranquiliza reflexivamente, ni supera el efecto de su propia imagen.
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